Nos alegramos en Esperanza


"El ejercicio de nuestra vida presente debe tender a alabar a Dios, porque el regocijo sempiterno de nuestra vida futura será la alabanza de Dios; y nadie puede hacerse idóneo de la vida futura si no se hubiere ejercitado ahora en orden a ella.

Ahora alabamos a Dios, pero también le pedimos. Nuestra alabanza lleva consigo el gozo, la oración, el gemido. Se nos prometió algo que aún no tenemos; pero como es veraz el que prometió, nos alegramos en esperanza; sin embargo, como todavía no lo poseemos, gemimos en el deseo. Nos conviene perseverar en el deseo hasta que llegue lo prometido, y así desaparecerá el gemido y le sustituirá únicamente la alabanza.

Por estos dos tiempos: por el uno, que tiene lugar ahora en las tentaciones y tribulaciones de esta vida, y por el otro, que sobrevendrá entonces en seguridad y gozo perpetuo, se estableció también aquí la celebración de estos dos tiempos, el uno antes de la Pascua, y el otro después de la Pascua.

El que se estableció antes de la Pascua simboliza la tribulación, en la que ahora nos hallamos; el que ahora vivimos, después de la Pascua, simboliza la Bienaventuranza, en la que estaremos después. El que celebramos antes de la Pascua, representa el que ahora tenemos; el que celebramos después de la Pascua, significa lo que ahora no tenemos.

Por eso nos ejercitamos en el primero con ayunos y oraciones; pero, pasados los ayunos, dedicaremos el tiempo a las alabanzas. Y esto es el Aleluya que ahora cantamos, cuya palabra, cosa sabéis se traduce por alabad al Señor”
(Comentario al salmo 148,1).

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