"Atención, hermanos; ¿dónde quiso que le reconocieran?
En la fracción del pan. No nos queda duda: partimos el pan y reconocemos al Señor…
Cuando el Señor hablaba con ellos, no tenían ni siquiera fe, puesto que no creían que hubiese resucitado, ni tenían esperanza de que pudiera hacerlo. Habían perdido la fe y la esperanza.
Muertos ellos, caminaban con el vivo; los muertos caminaban con la vida misma. La vida caminaba con ellos, pero en sus corazones aún no residía la vida.
También tú, pues, si quieres poseer la vida, haz lo que hicieron ellos para reconocer al Señor. Lo recibieron como huésped… Dale hospitalidad si quieres reconocerlo como salvador.
La hospitalidad les devolvió aquello de lo que les había privado la incredulidad.
Así, pues, el Señor se hizo presente a sí mismo en la fracción del pan. Aprended dónde debéis buscar al Señor, dónde podéis hallarlo y reconocerlo: cuando lo coméis. "
(Sermón 235, 3).
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