"Escuchen el salmo y sean felices. Instrúyalos el Señor en su ley. Dígales con las palabras de otro salmo: No tengas celos de los malvados ni envidies a los que obran la maldad. Puesto que tú, que sentías celos de ellos y les envidiabas, sólo preguntabas «¿por qué florecen?», escucha lo dicho en la ley de Dios: Porque, como el heno, pronto se secarán. Florece el heno. ¿Hay motivo para que alabes su verdor? Pregunta al verano: Pronto se secarán. Toda carne es heno: el heno se seca, la flor se cae. Mira tú y ve dónde tienes la raíz: La palabra del Señor permanece para siempre. Aquellos impíos florecen como el heno: en invierno está verde, seco en verano. Tú, sin embargo, fija la raíz en la palabra de Dios, que permanece para siempre; sé un árbol verde aunque no lo manifiestes"
(Sermón 25 A, 1).
No hay comentarios:
Publicar un comentario