El caudal y la fuente son una sustancia

“El Verbo es el Hijo del Padre y su Sabiduría. ¿Qué maravilla, pues, si ha sido enviado, no porque sea desemejante al Padre, sino porque es una emanación pura de la claridad del Dios omnipotente? Allí el caudal y la fuente son una misma sustancia. No como agua que salta de los veneros de la tierra o hendiduras de la roca, sino como luz de luz. Cuando se dice esplendor de la luz eterna, ¿qué otra cosa queremos significar sino que es Luz de luz eterna? ¿Qué es el esplendor de la luz sino luz?... Pero cuando llegó la plenitud de los tiempos fue enviada no a colmar a los ángeles, ni a hacerse ángel, a no ser en el sentido de anunciar el consejo del Padre, que es también el suyo; ni a morar en los hombres o con los hombres, así estuvo con los patriarcas y profetas, sino para que el Verbo se encarnase, es decir, se hiciese hombre; y en este futuro sacramento radica la salvación de aquellos santos y sabios nacidos de mujer antes que Cristo naciera de una virgen; y esperando en Él y creyendo este misterio encontrarán la salud cuantos esperan, creen y aman” (La Trinidad 4, 20, 27).

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