Que esta fe os empape
“Creemos también en el Espíritu Santo, que procede del Padre, pero no es hijo; que permanece en el hijo, sin ser su padre; que recibe del Hijo, pero no es hijo del Hijo, sino Espíritu del Padre y del Hijo, Espíritu Santo y Dios también Él. En efecto, no tendría tal templo si no fuera Dios. Por eso dice el Apóstol: ¿No sabéis que vuestros cuerpos son el templo del Espíritu Santo en vosotros, espíritu que tenéis de Dios? No son templo de una criatura, sino del creador. ¡Lejos de nosotros pensar que somos templo de una criatura, diciendo el Apóstol: El templo de Dios es santo, y ese templo sois vosotros! En esta Trinidad, ninguna cosa es mayor o menor que otra, no existe ninguna separación en el obrar ni desemejanza en la sustancia. Un único Dios Padre, un único Dios Hijo y un único Dios Espíritu Santo. Pero el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no son tres dioses, sino un solo Dios, de manera que el Padre no es el Hijo, ni el Hijo el Padre, ni el Espíritu Santo el Padre o el Hijo, sino que el Padre es Padre del Hijo, y el Hijo, hijo del Padre, y el Espíritu Santo, Espíritu del Padre y del Hijo. Cada uno es Dios y la misma Trinidad es un solo Dios. Que esta fe empape vuestros corazones y dirija vuestra confesión” (Sermón 214, 10).
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