Sin Él nada fue hecho

“¿Hace algo el Padre que no haga el Hijo? ¿O hace el Hijo algo que no haga el Padre? Estas preguntas suelen ser planteadas por hermanos afanosos de saber, suelen ocupar las charlas de quienes aman la palabra de Dios, y a causa de ella suele pulsarse mucho a las puertas de Dios. Refirámonos por ahora al Padre y al Hijo. Una vez que haya coronado nuestro intento aquel a quien decimos: Sé mi ayuda, no me abandones, se comprenderá que tampoco el Espíritu Santo se separa nunca de la operación común al Padre y al Hijo. Escuchad, pues, la cuestión planteada, pero en relación al Padre y al Hijo. ¿Hace algo el Padre sin el Hijo? Respondemos: No. ¿Acaso tenéis dudas? ¿Qué es lo que hace el Padre sin aquel por quien fueron hechas todas las cosas? Todas las cosas, dice la Escritura, fueron hechas por Él. Y recalcándolo hasta la saciedad para los rudos, torpes e incordiantes, añadió: Y sin Él nada fue hecho” (Sermón 52, 4).

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