Yo y el Padre somos uno

“No son ambos Dios de Dios, sino que únicamente el Hijo es de Dios, esto es, del Padre. Ni ambos son luz de luz, sino que únicamente el Hijo es luz de luz del Padre. A no ser que se pretenda insinuar e inculcar brevemente la coeternidad del Hijo y del Padre cuando se dice Dios de Dios, luz de luz... Y cuando se dice Dios de Dios, realidad que el Hijo no es sin el Padre, ni el Padre sin el Hijo, es para que se entienda sin vacilaciones que el engendrador no preexiste al que engendró. Y si esto es así, no puede decirse en ellos, esto de aquello, si no lo son los dos. Por ejemplo, no puede decirse Verbo de Verbo, porque no son los dos Verbo, sino sólo el Hijo; ni Imagen de Imagen, pues ambos no son Imagen, ni Hijo de Hijo, pues no son Hijos los dos, según aquella lectura: Yo y el Padre somos uno. Uno somos, dice. Lo que Él es lo soy yo según la esencia, no según la relación” (La Trinidad 6, 2, 3).

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