Trinidad sin confusión

“Cristo, pues, arguye a quienes arguye el Espíritu Santo. Pero me parece a mí que, ya que por el Espíritu Santo había de ser derramada en sus corazones la caridad que echa fuera el temor, que podía impedirles argüir al mundo, desatado en persecuciones; por esta razón dijo que Él argüirá al mundo; como si dijera: Él derramará en vuestros corazones la caridad, y con ella, expulsado todo temor, tendréis mayor libertad para argüir al mundo. Con frecuencia os he dicho que las obras de la Trinidad son inseparables, pero que una por una son recomendadas las Personas, a fin de que se entienda no sólo la Unidad sin separación, sino la Trinidad sin confusión” (Comentario al evangelio de Juan 95, 1).

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