San Agustín

"Ciertamente, mi preocupación es vuestra edificación, y mi gozo, vuestra salud; salud tanto temporal como eterna... No dudo que sentís gozo por mi salud; también yo lo siento por vuestra salud en Cristo. Pero esforzaos para que también en aquel día pueda gozarme con vosotros, pues lo que dijo el Apóstol respecto a su plan tan grandioso y amplio que apenas seguimos sus huellas, eso es lo que nos decía a nosotros, a quienes edificaba, al afirmar: Mi gozo y mi corona sois vosotros. Por tanto, quienes por mi esfuerzo progresan en Cristo son mi gozo y mi corona, porque mi función es dispensar fielmente no mi dinero, sino el dinero del Señor; lo que os corresponde a vosotros es recibir los grandes dones con interés y esmero. Yo, pues, puedo ser dador, pero no exactor; pero dador no de algo mío, sino de algo que es de Dios, de lo que vivo yo también. Todos pertenecemos a una gran casa y todos tenemos un solo padre de familia. Tiene una gran despensa, de la que podemos vivir vosotros y yo. Solamente hemos de pedirle que haga desaparecer el hastío; pedirle que nos dé primeramente el sentir hambre, y luego que nos conceda el pan. De donde yo vivo, de allí saco mis palabras; sirvo aquello de lo que me alimento yo mismo. En verdad, soy pobre como vosotros; nuestras riquezas son comunes: nuestro Señor. La vida de todos nosotros es la vida eterna y feliz" (Sermón 219 A).

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