Los tres son unidad

“Así como el Padre engendró y el Hijo fue engendrado, así el Padre envía y el Hijo es enviado. Pero el que envía y el enviado, así como el que engendra y el engendrado, son uno, porque el Padre y el Hijo son una misma cosa. Y uno con ellos es el Espíritu Santo, porque los tres son unidad. Nacer es para el Hijo ser del Padre: por el Padre fue engendrado; y ser enviado es conocer su procedencia del Padre. Para el Espíritu Santo ser don de Dios es también proceder del Padre; y ser enviado es reconocer que procede de Él. Y no podemos afirmar que el Espíritu Santo no proceda del Hijo, porque no en vano se le dice Espíritu del Padre y del Hijo. No veo qué otra cosa puede significar aquella sentencia que el Hijo de Dios pronunció al soplar sobre el rostro de sus discípulos y decirles: Recibid el Espíritu Santo. Aquel hálito material, procedente de la sustancia terrena y actuando sobre los sentidos corpóreos, no podía ser sustancia del Espíritu Santo, sino un símbolo para demostrar que el Espíritu Santo no sólo procede del Padre, sino también del Hijo. ¿Quién habrá tan escaso de juicio que ose afirmar ser uno el Espíritu que dio en este soplo y otro muy distinto el que envió después de su ascensión? Luego uno es el Espíritu de Dios, Espíritu del Padre y del Hijo, Espíritu Santo, que obra todas las cosas en todos” (La Trinidad 4, 20, 29).

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