Los tres panes y la Trinidad
“Cuando hayas conseguido los tres panes, es decir, el alimento que es el conocimiento de la Trinidad, tendrás con qué vivir tú y con qué alimentar al otro. No tengas miedo de que venga un peregrino de viaje, al contrario, hazle miembro de tu familia recibiéndole. No temas tampoco que se te acaben las provisiones. Ese pan no se termina; antes bien, terminará él con tu indigencia. Es pan, y es pan, y es pan: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Eterno el Padre, coeterno el Hijo y coeterno el Espíritu Santo. Inmutable el Padre, inmutable el Hijo e inmutable el Espíritu Santo. Creador tanto el Padre como el Hijo, como el Espíritu Santo. Pastor y dador de vida tanto el Padre como el Hijo, como el Espíritu Santo. Aprende esto tú y enséñalo. Vive tú de él y alimenta al otro. Dios, que es quien da, no puede darte cosa mejor que a sí mismo” (Sermón 105, 4).
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