"Y si levantas la voz, haya amor interiormente. Si exhortas, si acaricias, si corriges, si te muestras duro: ama y haz lo que quieras. El padre no odia al hijo y, sin embargo, si es necesario, le azota; le causa dolor para proteger su salud… No hay duda de que te agradó oírlo, y lo comprendiste: Llevad unos las cargas de los otros. Por ello, si un hombre está envuelto en algún delito, tú, que eres espiritual, instrúyele de esta manera con espíritu de mansedumbre. El, ciertamente, habrá de rendir cuentas de su pecado, dado que cada uno llevará su propia carga, pero si tú te desentiendes de su herida tendrás que dar cuenta negativa de tu pecado de negligencia, y, en consecuencia, si no lleváis mutuamente unos las cargas de los otros, tendréis que rendir cuentas negativas desde el momento en que cada uno llevará su propia carga. Cumplid aquello para llevar mutuamente unos las cargas de los otros, y os perdonará Dios, puesto que cada uno llevará su propia carga"
(Sermón 163 B, 3).
No hay comentarios:
Publicar un comentario