"Por esta razón se les compara también con los sarmientos podados, mostrándose de acuerdo la lectura apostólica con la del Evangelio. Para no movernos de aquí, no otra cosa nos recomendó con fuerza el Señor sino la caridad: Yo soy, dice, la vid, y vosotros los sarmientos; mi padre es el agricultor. Todo sarmiento que da fruto en mí lo poda para que dé mayor fruto; en cambio, al que en mi no da fruto, lo corta. El fruto procede de la caridad misma, porque el fruto no procede más que de la raíz. Pues dice el Apóstol: Para que radicados y cimentados en la caridad. En ella está, por lo tanto, la raíz de la que brota todo el fruto. Quien comienza a mostrarse en desacuerdo con la raíz, aunque parezca que permanece durante algún tiempo, o bien está ya separado de ella, aunque no se vea, o bien ha de serlo claramente, pues de ninguna manera puede dar fruto"
(Sermón 162A, 7).
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