"Pues si te sientes a disgusto frente al hermano que ha pecado, y él frente a ti, pero os desentendéis mutuamente, cometéis en verdad un gran pecado. Si, por el contrario, toleras tú lo que no puede tolerar él, y él lo que no puedes tú, lleváis mutuamente vuestras cargas, y comportándoos así cumplís la santísima ley de la caridad. Ella es la ley de Cristo; la ley de la caridad es la ley de Cristo. El vino porque nos amó, y aunque no había qué amar, amándonos nos hizo dignos de ser amados"
(Sermón 163B, 2).
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