"¿Qué decir de la fe? ¿Podemos hallar alguien que tenga la fe y no la caridad? Muchos hay que creen y no aman. Y no se trata de contar los hombres; sabemos que los demonios creyeron lo que creemos y no aman lo que amamos. En efecto, recriminando el apóstol Santiago a aquellos que pensaban que les bastaba con creer y no querían vivir santamente, cosa que no es posible si no hay caridad —pues la vida santa pertenece a la caridad y nadie que tenga caridad puede vivir perversamente, puesto que el vivir santamente no es otra cosa que sentirse llenos de la caridad—; como algunos se jactaban de que creían en Dios y no querían vivir santamente y de forma adecuada a la fe que habían recibido, los comparó a los demonios con estas palabras: Tú dices que no hay más que un Dios. Crees lo recto, pero también los demonios creen, y tiemblan. En consecuencia, si sólo crees y no amas, eso te es común con los demonios"
(Sermón 162A, 4).
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