Todo necesita la caridad

Todas nuestras buenas obras necesitan la caridad, porque la perfección de la ley es la caridad... El fin del precepto es la caridad de un limpio corazón, la conciencia buena y la fe no fingida. Luego la única obra en la cual se encierran todas es la fe que obra por el amor. De aquí que también el Señor dice en el Evangelio: Esta es la obra de Dios: que creáis en Aquel a quien envió. Luego como en este salmo clara y suficientemente se distinguen la vida vieja y la nueva, la vida mortal y la vital, es decir, la vida en la que se muere y la vida en la que se vive, los años que son tenidos por nada y los días repletos de misericordia y de verdadera alegría, es decir, el castigo del primer hombre y el reino del segundo, atendiendo a esto, pienso que se adjudicó el nombre del hombre de Dios Moisés al título para que por ello se diese a conocer, a los que piadosa y rectamente investigan las Escrituras, la ley de Dios, que fue suministrada por Moisés, en la cual parece que Dios sólo o casi sólo promete por las buenas obras premios de bienes terrenos; y, sin duda, se encierra debajo del velo algo tal cual manifiesta contener este salmo. Mas, cuando alguno pase a Cristo, le será quitado el velo y le serán iluminados sus ojos para que considere las maravillas de la ley de Dios
 (Comentario al salmo 89, 17).

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