"Que nadie, pues, se apene porque no se le ha concedido lo que se ve que se concedió a otro: tenga la caridad, no sienta envidia de quien posee el don y poseerá con quien lo tiene lo que él personalmente no tiene. En efecto, cualquier cosa que posea mi hermano, si no siento envidia por ello y lo amo, es mío. No lo tengo personalmente, pero lo tengo en él; no sería mío si no formásemos un solo cuerpo bajo una misma cabeza"
(Sermón 162A, 4).
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