Acordáos de los pobres

"Ante todo, acordaos de los pobres; de esta forma depositáis en el tesoro celeste aquello de que os priváis viviendo más sobriamente. Reciba Cristo hambriento lo que al ayunar recibe de menos el cristiano. La mortificación voluntaria sirve de sustento para quien nada tiene. La escasez voluntaria del rico sea abundancia necesaria para el pobre. Resida también en el alma amansada y humilde la misericordiosa disponibilidad para el perdón. Solicite el perdón quien hizo la ofensa; concédalo quien la recibió, para no caer en manos de Satanás, cuyo triunfo es la discordia entre los cristianos. Gran garantía comporta esta limpieza que consiste en perdonar a tu consiervo para que te perdone tu Señor" (Sermón 210, 12).

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