Litiga con tu corazón
“Obsérvate, examínate. Ahora vas a rezar, perdona de corazón. Quieres entrar en litigio con tu enemigo, litiga antes con tu corazón. Litiga, repito; litiga con tu corazón. Di a tu corazón: no odies. Aquel tu corazón, tu alma, odia todavía. Di a tu alma: no odies. ¿Cómo podré orar, cómo podré decir: perdóname nuestras deudas? Ciertamente puedo decir esto, pero ¿cómo me atreveré a decir lo que sigue: como nosotros? ¿Qué cosa? Como nosotros perdonamos. ¿Dónde está la fe? Haz tú lo que dices: Como nosotros. Si tu alma no quiere perdonar y se entristece porque le dices: No odies, respóndele: ¿Por qué estás triste, alma mía, por qué te conturbas? o: ¿Por qué me conturbas? Espera en Dios. Languideces, jadeas, te lastima la enfermedad. No puedes eliminar de ti el odio. Espera en Dios, que es el médico. Por ti pendió de un madero y aún no se ha vengado. ¿De qué quieres tú vengarte? Odias sólo con el fin de vengarte. Contempla colgado a tu Señor, contémplalo colgado y como dándote órdenes a ti desde el tribunal que es el madero. Contémplale colgado y haciendo de su sangre una medicina para ti, que estás enfermo. Contémplale colgado. ¿Quieres vengarte? ¿Deseas vengarte? Contémplale colgado y escucha su oración: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Sermón 49, 8-9).
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