La oración
"Vuestros ayunos no sean como los que condena el profeta al decir: No he sido yo quien eligió este ayuno, dice el Señor. Fustiga el ayuno de la gente pendenciera; busca el de los piadosos. Condena a quienes aprietan y busca quienes aflojen. Acusa a los cizañeros, busca libertadores. Este es el motivo por el que estos días refrenáis vuestros deseos de cosas lícitas, para no sucumbir ante lo ilícito… De esta forma, nuestra oración, hecha con humildad y caridad, con ayuno y limosnas, templanza y perdón, practicando el bien y no devolviendo mal por mal, alejándonos del mal y entregándonos a la virtud, busca la paz y la consigue. La oración, en efecto, ayudada con las alas de tales virtudes, vuela y llega más fácilmente al cielo, adonde nos precedió Cristo, nuestra paz" (Sermón 206, 3).
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