Mete la espada en la vaina
“No obstante, el Señor recriminó el hecho a Pedro, prohibiéndole pasar más adelante, diciendo: Mete la espada en la vaina. ¿No he de beber el cáliz que me dio el Padre? Con su acción quiso el discípulo defender al Maestro, sin detenerse a pensar en sus consecuencias. Por eso fue necesario exhortarlo a la paciencia y consignarlo para enseñanza nuestra. Mas, al decir que el cáliz de la pasión se lo ha dado el Padre, ciertamente alude a aquello del Apóstol: Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros? El cual no perdonó a su propio Hijo, entregándole por todos nosotros. Pero también es autor de este cáliz el mismo, que lo bebe. Y así dice el Apóstol: Cristo nos amó y se entregó por nosotros, como oblación y víctima, a Dios en olor de suavidad” (Comentario a Juan 112, 5).
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