
"No sólo no despreció tu mesa,
sino que te prometió la suya"
San Agustín
sino que te prometió la suya"
San Agustín
Centro de Espiritualidad Agustiniana
Monasterio de Santa María de la Vid
Llevaba la cruz
“Marchaba, pues, Jesús para el lugar donde debía ser crucificado, llevando su cruz. Extraordinario espectáculo: a los ojos de la impiedad, grande irrisión; a los ojos de la piedad, grande misterio; a los ojos de la impiedad, grande documento de ignominia; a los ojos de la piedad, firmísimo cimiento de la fe; a los ojos de la impiedad, la mofa de un rey que lleva por cetro el madero de su suplicio; a los ojos de la piedad, un rey que lleva, para en ella ser crucificado, la cruz que había de fijar en la frente de los reyes; en ella había de ser despreciado por los ojos de los impíos, y ella ha de ser la gloria del corazón de los santos, como diría después san Pablo: No quiero gloriarme sino en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo. Él recomendaba su cruz llevándola sobre sus hombros; llevaba el candelabro de la lucerna encendida, que no debía ser puesta debajo del celemín. Llevando a cuestas la cruz, salió para el lugar llamado de la Calavera, en hebreo Gólgota, donde le crucificaron, y con Él a otros dos, uno a cada lado y Jesús en el medio. Según la narración de los otros evangelistas, estos dos con los cuales y en medio de los cuales fue crucificado Jesús eran dos ladrones, cumpliéndose así la profecía acerca de Jesús: y fue contado entre los malvados” (Comentario a Juan 117, 3).
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