Pidamos perdón al hermano

"Lo digo, pues, a todos: varones y mujeres, pequeños y grandes, laicos y clérigos, e incluso a mí mismo. Escuchémoslo todos, temamos todos. Si hemos ofendido a nuestros hermanos, si todavía se nos da un margen de tiempo para vivir, es que aun no nos ha llegado la muerte; y, si aun vivimos, aun no hemos sido condenados. Mientras nos dure la vida, hagamos lo que nos manda nuestro Padre, que será el juez divino; pidamos perdón a nuestros hermanos, a los que quizá ofendimos en algo y en algo les dañamos... Arrepiéntase ante Dios, castigue su corazón en presencia del Señor, y, si no puede decir: 'Perdóname', porque no es conveniente, háblele con dulzura, pues ese dirigirse a él con dulzura equivale a pedirle perdón" (Sermón 211, 4).

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