Reconcíliate

"Quien odia a su hermano camina, sale, entra, se mueve sin el peso de cadena alguna y sin verse recluido en ninguna cárcel; no obstante, está aprisionado por la culpa. No pienses que está libre de la cárcel; su cárcel es su corazón. Cuando escuchas: Quien odia a su hermano está aún en las tinieblas, no has de despreciar tales tinieblas. Por eso añadió: Quien odia a su hermano es un homicida. ¿Caminas tranquilo odiando a tu hermano? ¿Rehúsas reconciliarte con él a pesar de que Dios te concede tiempo para ello? Advierte que eres un homicida, y sigues con vida; si el Señor se airase contra ti, al instante serías arrebatado envuelto en el odio a tu hermano. Dios te perdona, perdónate a ti mismo; haz las paces con tu hermano. ¿Acaso quieres tú pero no quiere él? A ti te basta con eso. Tienes un motivo más para compadecerte de él, pero tú estás libre y puedes decir con tranquilidad: Perdónanos nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Sermón 211, 2).

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