Esta noche resplandece como el día
"¡Cuánto mayor ha de ser nuestra alegría en la observancia de esta vigilia, en cierto modo la madre de todas las santas vigilias, en la que todo el mundo está despierto!... Tanto resplandece en todo el orbe de la tierra la fama de esta vigilia que hasta obliga a estar despiertos en la carne a quienes no diré que duermen en sus corazones, sino que están sepultados en la impiedad infernal. También ellos pasan despiertos esta noche, en la que aparece visiblemente cumplido lo que mucho tiempo antes se había prometido: Y la noche resplandecerá como el día. Esto tiene lugar en los corazones piadosos, de quienes se dijo: Fuisteis tinieblas en otro tiempo; ahora, en cambio, sois luz en el Señor... En esta noche, pues, está en vela todo el mundo, tanto el mundo enemigo como el mundo reconciliado… Así, pues, nuestros enemigos, sin darse cuenta, nos indican cómo debemos permanecer en vela en beneficio nuestro, si por nuestra causa están despiertos quienes nos miran con recelo. En efecto, incluso entre aquellos que en ningún modo han sido señalados con el nombre de Cristo, son muchos los que esta noche no pueden dormir, unos por dolor, otros por pudor, y algunos que se van acercando a la fe, también por temor a Dios. Por diversos motivos los mantiene despiertos esta fiesta solemne. ¡Cuán gozosa ha de ser la vigilia del amigo de Cristo, si hasta el enemigo vela con dolor! Si el pagano se avergüenza de ir a dormir, ¡con cuánto ardor ha de permanecer en vela el cristiano, envuelto Cristo en tanta gloria! A quien ha entrado ya en esta gran casa, ¡cuán conveniente le es mantenerse en vela en tan gran fiesta, si ya lo está quien se dispone a entrar en ella! Permanezcamos, pues, en vela y oremos para celebrar esta vigilia exterior e interiormente. Háblenos Dios en sus lecturas; hablemos nosotros a Dios con nuestras preces. Si escuchamos en actitud obediente sus palabras, en nosotros habita aquel a quien dirigimos nuestra oración" (Sermón 219).
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