El triduo santo

“Considera ahora ese sacratísimo triduo del Señor crucificado, sepultado y glorificado. El primer día, que significa la cruz, transcurre en la presente vida; los que significan la sepultura y la resurrección los vivimos en la fe y en la esperanza. Ahora se le dice al hombre: Toma tu cruz y sígueme… Por lo tanto, mientras nuestras obras tienden a destruir el cuerpo del pecado, mientras el hombre exterior se corrompe para que el interior se renueve de día, tiempo es de cruz. Estas son, en verdad, obras buenas, pero laboriosas; su galardón es el descanso. Se dice: gozando en esperanza para que pensando en el descanso futuro, nos ejercitemos con alegría en los trabajos; tal alegría está significada en la anchura de la cruz, en el brazo trasversal, en que se clavan las manos. Porque las manos significan la actividad, y por anchura entendemos la alegría del que trabaja, ya que la tristeza produce angostura. La altura de la cruz, o palo en que cae la cabeza, significa la esperanza del galardón de la sublime justicia de Dios, quien dará a cada uno según sus obras; dará la vida eterna a los que buscan la gloria, el honor y la incorrupción en la tolerancia de la actividad buena. La longitud, en la que se extiende el cuerpo entero, significa la misma tolerancia, que por eso mismo se llama longanimidad. La profundidad de la cruz o parte que se clava en tierra significa el misterio simbólico” (Carta 55, 24-25).

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