"El relato ha sido largo, pero la fatiga del oyente queda compensada por la dulzura de la verdad. Cuando se leyó el santo evangelio, escuchamos el glorioso nacimiento del bienaventurado Juan, heraldo y precursor de Cristo. Puede deducir de aquí vuestra caridad cuán grande es el hombre que ha nacido. La Iglesia no celebró nunca el nacimiento carnal de ningún patriarca, profeta o apóstol; sólo celebra dos nacimientos: el de Juan y el de Cristo. Las mismas fechas en que ambos nacieron encierran un gran misterio. Juan era un gran hombre, pero hombre al fin. Era hombre tan grande que para superarlo sólo se podía ser Dios. Quien viene detrás de mí es mayor que yo. Son palabras de Juan: El es mayor que yo. Si es mayor que tú, ¿qué significa lo que hemos escuchado de boca de quien es mayor que tú: Entre los nacidos de mujer, nadie ha habido mayor que Juan bautista? Si ningún hombre es mayor que tú, ¿qué es quien es mayor que tú?"
(Sermón 287, 1).
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