"¿Cómo cubrió de confusión a sus enemigos por medio de la lámpara? Considerad antes lo que dije, a saber: que la lámpara fue encendida en la fuente de la luz. Lo atestigua el mismo Juan: Nosotros, dijo, hemos recibido de su plenitud. Tanto destacaba Juan por su excelencia, que fue considerado no ya como el precursor de Cristo, sino como el mismo Cristo. Si la lámpara hubiese estado apagada o ennegrecida por el humo de la soberbia cuando llegaron a él los judíos para preguntarle: Tú, ¿quién eres? ¿Eres el Cristo, o Elías, o un profeta?, él hubiese respondido: «Lo soy.» Habría hallado el momento oportuno para su jactancia al atribuirle el error de los hombres un falso honor. ¿Acaso hubiera tenido que esforzarse en convencerles de lo que se anticipaban a decirle quienes le interrogaban? Pero él, como humilde, fue enviado a preparar el camino al excelso; por eso era amigo del esposo: porque era siervo que reconocía al Señor"
(Sermón 308 A, 2).
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