"Ve a esta esclava casta, virgen y madre; allí tomó nuestra pobreza en donde se vistió con la forma de siervo, anonadándose a sí mismo para que no te espantes de sus riquezas, y por tanto, no te atrevieses a acercarte a Él con tu pobreza. Allí, diré, tomó la forma de siervo allí se revistió de nuestra pobreza; allí El se empobreció y allí nos enriqueció… Nacido, hablaron los cielos; los ángeles anunciaron la nueva a los pastores; la estrella condujo a los Magos a adorar al rey; Simeón, lleno del Espíritu Santo, reconoció al Niño Dios en sus brazos"
(Comentario al Salmo 101, s.1, 1).
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