“San Juan el Bautista, no el evangelista, fue enviado delante de Cristo para prepararle sus caminos. Este es el testimonio de Cristo acerca de Juan: Entre los nacidos de mujer no ha surgido nadie más grande que Juan Bautista. El testimonio de Juan acerca de Cristo es el siguiente: Quien viene detrás de mí es mayor que yo, y yo no soy digno de desatar la correa de su calzado. Consideremos ambos testimonios: el que dio el Señor al siervo y el del siervo al Señor. ¿Cuál es el testimonio del Señor respecto al siervo? Entre los nacidos de mujer no ha surgido nadie mayor que Juan Bautista. ¿Cuál es el del siervo sobre el Señor? Quien viene detrás de mí es mayor que yo. Si, pues, entre los nacidos de mujer no ha surgido otro mayor que Juan Bautista, ¿qué puede ser quien es mayor que él? Juan era un gran hombre, pero un hombre; Cristo es mayor que Juan, porque es Dios y hombre. Ambos nacieron de forma maravillosa, tanto el heraldo como el juez, la lámpara y el día, la voz y la Palabra, el siervo y el Señor… Antes bien, reconoció lo que era con gran provecho para sí, para humillarse cual siervo a los pies del Señor y ante la correa de su calzado, para que el viento de la soberbia no apagase la lámpara"
(Sermón 290, 1).
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