Sometido a Prueba

“A todos os digo que, si no ha abandonado a Dios, el cristiano que sufre una tribulación está siendo sometido a prueba. Porque cuando le va bien como hombre, el cristiano es dejado en sus propias manos. El fuego irrumpe en el crisol, pero el crisol del orfebre es una realidad que encierra un gran misterio. En él hay oro, hay paja, hay fuego que actúa en un lugar reducido. El fuego no es específicamente distinto, pero realiza funciones diversas: convierte la paja en ceniza, al oro le desprende de su ganga. Aquellos en quienes habita Dios ciertamente se hacen mejores en la tribulación, acrisolados como el oro. Y si, eventualmente, el enemigo diabólico pide disponer del cristiano y se le concede, entonces sea al sufrir algún dolor corporal, sea al recibir algún perjuicio, sea con ocasión de la pérdida de los más íntimos, mantenga su corazón fijo en aquél que no se retira, y si da la impresión de retirar su oído al que llora, presta su misericordia al que le suplica. El que nos hizo sabe lo que hace; sabe también rehacernos. El que levantó la casa es un buen constructor; si algo se desprende de ella, él sabe restaurarlo”
(Comentario al salmo 21, 2, 5).

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