"Estos infantes a los que veis externamente vestidos de blanco y purificados en su interior, quienes con la blancura de sus vestidos simbolizan el resplandor de sus mentes, fueron tinieblas cuando se encontraban en la noche oprimidos por el peso de sus pecados. Ahora, en cambio, purificados con el lavado del perdón, rociados con el agua de la fuente de la sabiduría e inundados de la luz de la justicia, éste es el día que hizo el Señor; exultemos y gocemos en él. Escúchenos el día del Señor; escúchenos y obedézcanos para exultar y gozarnos en él, puesto que, como dice el Apóstol, nuestro gozo y nuestra corona es vuestra estabilidad en el Señor"
(Sermón 223, 1).
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