"Una vez pasada la noche de este mundo, tendrá lugar, también en nosotros, la resurrección de la carne para el reino, de la que fue ejemplo anticipador la resurrección de nuestra cabeza. Este es el motivo por el que el Señor quiso resucitar de noche, según el Apóstol: Dios que dijo: «Brille la luz de entre las tinieblas», la hizo brillar en nuestros corazones. Este brillar la luz en medio de las tinieblas lo simbolizó el Señor naciendo de noche y resucitando también de noche… La resurrección y el nacimiento de Cristo van a la par: como en aquel sepulcro nuevo no fue puesto nadie ni antes ni después de él, así tampoco en aquel seno virginal no fue concebido ningún mortal ni antes ni después"
(Sermón 223 D, 2).
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