"La resurrección del Señor, unos la vieron y otros no la creyeron cuando les fue anunciada, y el mismo Señor ya presente les reprochó el que no hubieran creído a quienes lo habían visto y anunciado. ¡Qué bondad la de los gentiles y la de quienes nacieron mucho después! ¿Qué concedió Dios a quienes llenan ahora las iglesias de Cristo? Los santos apóstoles caminaron en compañía del Señor, escucharon de su boca la palabra de la verdad y le vieron resucitar a los muertos, pero no creyeron que había resucitado de entre los muertos. En cambio, nosotros, nacidos mucho después, nunca vimos su presencia corporal, no escuchamos ninguna palabra de su boca de carne ni presenciamos con estos ojos ningún milagro hecho por él; y, no obstante, creímos con sólo escuchar las cartas de quienes entonces no quisieron creer. No creyeron un hecho recentísimo que se les acababa de anunciar; lo escribieron para que lo leyéramos; lo escuchamos y lo hemos creído. El Señor Jesús no quiso aparecerse a los judíos porque no los juzgó dignos de ver a Cristo el Señor después de la resurrección; se manifestó a los suyos, no a los extraños"
(Sermón 229 F, 1).
No hay comentarios:
Publicar un comentario