“¿Qué significa lo que viene a continuación: No me toques, pues aún no he subido a mi Padre? Ve y di a mis discípulos: «Subo a Mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.» Estas últimas palabras no ofrecen dificultad. Subiré a mi Padre, puesto que soy el Hijo unigénito, y a vuestro Padre, puesto que habéis sido adoptados y decís todos juntos: Padre nuestro que estás en los cielos. Es Dios mío y Dios vuestro. Pero no es mío como es vuestro; es mi Dios porque me he hecho hombre, es Dios vuestro porque siempre sois hombres. Dios es Padre de Cristo en cuanto que se ha hecho hombre, y por eso es su Dios, Dios de la creatura, de la Palabra unigénita. Pregunta al salmo: Tú eres mi Dios desde el seno de mi madre. Desde antes de entrar en el seno de mi madre eres mi Padre; desde el seno de mi madre eres mi Dios. Así, pues, esto no ofrece dificultad. Lo que causa un poco de turbación a quienes no lo han entendido bien es el significado de No me toques, pues aún no he subido a mi Padre”
(Sermón 229 L, 2).
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