"¡Qué gozo otorgará a su Iglesia, a la que, regenerada por Cristo, quita el prepucio —por hablar así— de su naturaleza carnal, es decir, el oprobio de su nacimiento! Por eso se dijo: Y a vosotros, que estabais muertos por vuestros pecados y el prepucio de vuestra carne, os vivificó con él perdonándoos todos los pecados. Pues como todos mueren en Adán, así también serán todos vivificados en Cristo. Por lo cual en el bautismo de Cristo se manifiesta lo que estaba oculto bajo la sombra de la antigua circuncisión; y el mismo quitar la piel de la ignorancia carnal pertenece ya a esa circuncisión no efectuada por mano humana. Pero cuando te vuelvas al Señor, dijo, desaparecerá el velo"
(Sermón 229 D, 2).
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