Juan, pues, parece ser una especie de límite entre los dos Testamentos, el Antiguo y el Nuevo. Que él es, en cierta manera, un límite, como acabo de afirmar, lo atestigua el mismo Señor al decir: La ley y los profetas llegan hasta Juan Bautista. Es, pues, la personificación de la antigüedad y el anuncio de la novedad. En atención a lo primero, nace de padres ancianos, y en atención a lo segundo, se muestra como profeta ya en el seno de la madre. Aun antes de nacer exultó de gozo en el seno de su madre ante la presencia de Santa María. Ya entonces se declaró; se declaró aun antes de nacer; aparece de quien es precursor antes de que le vea. Son misterios divinos que exceden la medida de la fragilidad humana
(Sermón 293, 2).
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