Ved empero cuánto se abaja el precursor de su Señor, Dios y hombre. A aquel, mayor que el cual nadie ha surgido entre los nacidos de mujeres, se interroga si es el Mesías. Tan importante era, que los hombres podían engañarse. Hubo dudas sobre él, si él sería el Mesías, y las hubo hasta el punto de que se le interrogó. Si fuese hijo de soberbia, no doctor de humildad, no se opondría a los hombres equivocados; tampoco haría porque supusieran aquello, mas aceptaría lo que suponían… La correa de cuyo calzado no soy digno de soltar. Ved cuánto menor sería si fuese digno, cuánto se abajaría si dijese esto –Mayor que yo es ese, la correa de cuyo calzado soy digno de soltar-, pues había dicho ser el digno de curvarse a sus pies. Ahora, en cambio, ¡qué altura encomió cuando se dijo indigno de los pies de él, más aún, de su calzado! Ha venido, pues, a enseñar humildad a los soberbios, a anunciar el camino de la enmienda
(Sermón de san Agustín sobre el día del nacimiento de san Juan Bautista, 4, Sermones Nuevos).
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