Vino a tener hambre y a alimentar, vino a tener sed y a dar de beber, vino a vestirse de nuestra mortalidad y a vestir de inmortalidad, vino pobre para hacer ricos. Con todo, no perdió sus riquezas al tomar nuestra pobreza, porque en Él se encuentran encerrados todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia. Si tuviere hambre, no te lo diré, porque mío es el orbe de la tierra y cuanto contiene. No trabajes en vano buscando algo que darme, porque sin trabajo tengo todo lo que quiero
(Comentario al Salmo 49, 19).
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