(Epístola 55, 14, 26).
No murmuremos
“No murmuremos, pues, en las dificultades, no sea que perdamos la anchura de la alegría de la que se dijo: Gozando en esperanza, porque sigue diciendo: y padeciendo en la tribulación. La nueva vida se incoa actualmente en la fe y se vive en la esperanza. Entonces será cuando será absorbida la muerte en la victoria, cuando será destruida aquella última enemiga, cuando seremos transfigurados e igualados a los ángeles, según dijo el Apóstol: Todos resucitaremos, pero no todos seremos transfigurados. Y el Señor dijo: Serán como los ángeles de Dios. Ahora nos posee en el temor por medio de la fe, pero entonces le poseeremos en la caridad por la visión: Mientras estamos en el cuerpo, peregrinamos lejos del Señor; caminamos por fe, no por visión. El mismo Apóstol afirma: Para alcanzarla, como he sido alcanzado, afirmando con claridad no haberla alcanzado aún: Hermanos, yo no creo haberla alcanzado aún. Pero, como la esperanza que brota de la promesa de la verdad es cierta, dice: Hemos sido sepultados con El por el bautismo para morir. Y añade: Para que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros caminemos en una nueva vida. Caminamos, pues, en la realidad de los trabajos, pero con la esperanza del reposo; en la carne de la vejez, pero en la fe de la novedad”
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