(Sermón 229 E, 1).

"No sólo no despreció tu mesa,
sino que te prometió la suya"
San Agustín
sino que te prometió la suya"
San Agustín
Centro de Espiritualidad Agustiniana
Monasterio de Santa María de la Vid
Nos alimenta con la Palabra
“Comenzad a realizar en el espíritu, viviendo santamente, lo que Cristo nos manifestó mediante la resurrección de su cuerpo. Pero no lo esperéis ahora; es decir, no esperéis ahora la realidad misma, la verdad, la incorrupción de la carne; es el salario de la fe, y el salario se otorga una vez acabada la jornada… Si él no me alimentase, yo no estaría hablando; como nos alimenta con la palabra, esto mismo hacemos quienes le predicamos no a vuestros vientres, sino a vuestras mentes. Hambrientos lo recibís y banqueteando prorrumpís en alabanzas; si es que no ha llegado ningún alimento a vuestras mentes, ¿por qué aclamáis? Pero ¿qué somos nosotros? Somos sus ministros, sus siervos; lo que os dispensamos a vosotros, no lo sacamos de nuestra cosecha, sino de su despensa. De ella vivimos también nosotros, puesto que somos consiervos vuestros… Con este fin te llama a trabajar como obrero. La Palabra se hizo carne. Ella misma te llama; la Palabra será tu alabanza, y el Señor, tu salario”
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Alimento,
Encarnación,
Palabra
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