(Sermón 229 E, 1).
Vino a traernos sus bienes
“La pasión y la resurrección del Señor nos muestran dos vidas: una, la que soportamos, y otra, la que deseamos. Quien se dignó soportar la primera en beneficio nuestro, tiene poder para otorgarnos la segunda. De esta forma nos mostró lo mucho que nos ama y quiso que confiáramos en que nos concedería sus propios bienes, puesto que quiso tener parte a nuestro lado en nuestros males… Estas dos cosas conocíamos: nacer y morir; es lo que abunda en nuestra región. Nuestra región es esta tierra; la región de los ángeles, el cielo. Nuestro Señor vino a esta región desde aquélla; vino a la región de la muerte desde la región de la vida; a la región de la fatiga, desde la región de la felicidad. Vino a traernos sus bienes y soportó pacientemente nuestros males. Traía sus bienes ocultamente y soportaba abiertamente nuestros males; se manifestaba como hombre y permanecía oculto en cuanto Dios; manifestaba su debilidad y ocultaba su majestad; se manifestaba la carne y se ocultaba la Palabra. Sufría la carne; ¿dónde estaba la Palabra cuando la carne sufría? No estaba callada la Palabra, pues nos enseñaba la paciencia. Al tercer día resucitó Cristo el Señor”
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