"Purificad vuestro corazón para que El lo ilumine y entre aquel a quien invocáis. Sé tú su casa, y El será la tuya; habite en ti, y tú habitarás en El. Si lo recibes en este mundo en tu corazón, El te recibirá en su presencia después de esta vida"
(Comentario al Salmo 30, 2, s.3, 8).
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