“Ha de creerse con fe certísima que Dios no puede ser ni perverso ni malvado. De este modo, entrando con la fe en el santuario de Dios, entrando creyendo, aprendes comprendiendo. Pues así dice: Hasta que entre en el santuario de Dios, adonde entra la fe. Y después de la fe, ¿qué? Lo comprenderé en los últimos días”
(Sermón 48, 7).
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