“Poned vuestra esperanza en el Señor y añadid las buenas obras a la recta fe. Confesad que Cristo vino en la carne, con la fe y con una vida santa; considerad que una y otra cosa la habéis recibido de Dios y esperad que él os las aumente y perfeccione. Pues maldito es el hombre que pone su esperanza en el hombre y buena cosa es para el hombre que el que se gloríe, se gloríe en el Señor”
(Sermón 183, 15).
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