“Así vino a los afligidos y fatigados el médico Cristo, que dijo: No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. No vine a llamar a los justos, sino a los pecadores. Convoca a los pecadores a la paz, y a los enfermos a la curación. Ordena la fe, la continencia, la templanza, la sobriedad; refrena el deseo de dinero; nos dice qué hemos de hacer, qué hemos de observar”
(Sermón 278, 5).
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