“Tal vida no pueden conocerla más que quienes la experimentan; pero no pueden experimentarla más que quienes creen. Si me exigís que os muestre lo que os ha prometido Dios, no me es posible. Sin embargo, habéis oído cómo acaba el evangelio de Juan: Dichosos los que creen sin haber visto. Queréis ver, también yo. Creamos conjuntamente, y lo veremos al mismo tiempo. No seamos duros frente a la palabra de Dios. ¿Estaría bien, acaso, que Cristo descendiera ahora del cielo para mostrarnos sus cicatrices? Si se dignó mostrarlas a aquel incrédulo, fue para reprender a los que dudaban e instruir a los creyentes del futuro”
(Sermón 259, 1).
No hay comentarios:
Publicar un comentario