“Escuchad una prueba más evidente de ello. He aquí que vosotros habéis recibido, por haber creído; ¿qué decir de aquellos que no habían creído todavía, como, por ejemplo, Saulo? Recibió el creer. Comenzó a invocar a Cristo sólo después de haber creído en él. De él recibió el creer; creyendo, el invocarlo; invocándolo, el obtener todo lo demás. ¿Qué pensamos, hermanos? Antes que Saulo obtuviese la fe, ¿oraban o no oraban por él quienes ya habían creído? Si no oraban por él, explíqueseme por qué Esteban dijo: Señor, no les imputes este pecado. Se oraba tanto por él como por los demás infieles, para que creyesen. Ved que aún no poseían la fe y la recibían por las oraciones de los fieles”
(Sermón 168, 6).
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