“Prestad atención, os suplico; ved qué claro y cuan a la luz está: A quien cree en aquel que justifica al impío, su fe le es imputada a justicia. A quien crea en aquel que justifica al impío, que transforma al impío en piadoso; a quien creyere en quien justifica al impío, en quien hace justo al que antes era impío, su fe le es imputada a justicia… Yo creeré en quien me justifica, es decir, en quien justifica al impío. Creo en la seguridad de que mi fe me es imputada como justicia”
(Sermón 292, 6).
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