“¿De dónde le viene al hombre el poder ser justo? ¿De sí mismo? ¿Qué pobre puede darse el pan? ¿Qué hombre desnudo puede cubrirse si no le dan un vestido? No poseíamos justicia alguna; aquí no había más que pecados. ¿De dónde procede la justicia? ¿Qué justicia hay sin fe? Pues el justo vive de la fe. Quien dice que es justo sin tener fe, miente. ¿Cómo no va a ser mentiroso el que carece de fe? Si quiere decir verdad, conviértase a la verdad. Pero la verdad estaba lejos. La verdad ha brotado de la tierra”
(Sermón 189, 2).
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